El bautismo, el primero de los sacramentos cristianos, es un momento de gran significado en la vida de un creyente.
Ya sea que hayas sido bautizado cuando eras un bebé o cuando tenías uso de razón, este sacramento conlleva una serie de maravillosos milagros que a menudo pasamos por alto.
En este artículo, exploraremos con profundidad los tres aspectos más importantes de estos milagros que ocurren en el momento del bautismo.
1) Todos tus pecados fueron perdonados
El bautismo es un acto de perdón y purificación que tiene un alcance asombroso. En el momento en que eres bautizado, todos tus pecados son perdonados, tanto el pecado original como los pecados personales que hayas cometido hasta ese momento. Esta es una verdad fundamental del bautismo que a menudo no se comprende completamente.
Si fuiste bautizado cuando eras un bebé, el pecado original, que se considera heredado de Adán y Eva, es perdonado por este sacramento. Del mismo modo, si fuiste bautizado cuando ya tenías la capacidad de cometer pecados personales, estos también son perdonados.
Esta es una manifestación de la infinita misericordia de Dios, que borra todas las culpas pasadas y te otorga un nuevo comienzo en su gracia.
El perdón de los pecados no solo implica la remisión de la culpa, sino también la liberación de las penas que acompañan al pecado. Esto significa que las consecuencias espirituales y temporales de tus pecados son eliminadas, permitiéndote caminar en la luz de la gracia divina sin el peso del pasado. El bautismo, en este sentido, es un acto de redención y reconciliación con Dios.
2) Naciste de nuevo
El segundo milagro que ocurre en el bautismo es el nacimiento a una nueva vida espiritual. Esta realidad es a menudo comparada con el concepto de «nacer de nuevo» usada por algunas comunidades cristianas protestantes. La respuesta a la pregunta «¿ya naciste de nuevo?» es un rotundo sí para todos los cristianos bautizados.
El bautismo no solo perdona los pecados, sino que también te transforma en una «nueva criatura», como se menciona en 2 Corintios 5, 17. En otras palabras, te conviertes en una persona renovada espiritualmente, una obra maestra de la gracia divina. Este nuevo nacimiento es un acto del Espíritu Santo que te hace un hijo adoptivo de Dios, permitiéndote participar en la naturaleza divina (2 Pedro 1, 4).
Además, el bautismo te incorpora a Cristo de una manera especial. Eres considerado un miembro de su cuerpo, la Iglesia, como se expresa en 1 Corintios 6, 15 y 12, 27. Este aspecto del bautismo te conecta de manera profunda con la persona y el propósito de Jesús en la tierra, y te hace coheredero con él (Romanos 8, 17).
El bautismo también tiene un impacto en tu relación con el Espíritu Santo. Después de ser bautizado, te conviertes en un templo del Espíritu Santo, como se menciona en 1 Corintios 6, 19. Esto significa que el Espíritu de Dios habita en ti, guiándote, consolándote y fortaleciéndote en tu vida espiritual.
3) Fuiste incorporado a la Iglesia, Cuerpo de Cristo
Un tercer milagro que ocurre en el bautismo es tu incorporación a la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo. La Biblia nos enseña que todos los bautizados son espiritualmente unidos en un solo cuerpo que es la Iglesia, como se menciona en 1 Corintios 12, 13. Esto significa que no estás solo en tu fe, sino que eres parte de una comunidad de creyentes que comparten una conexión profunda y espiritual.
La Iglesia es vista como una familia espiritual en la que todos los miembros están unidos por su fe en Cristo. Como miembro de la Iglesia, ya no te perteneces a ti mismo, como se señala en 1 Corintios 6, 19. En cambio, perteneces a Cristo, quien murió y resucitó por ti en la cruz. Esta realidad te llama a someterte a los demás miembros de la Iglesia, a servirlos y a ser obediente a los pastores de la Iglesia, como se menciona en Hebreos 13, 17.
La Iglesia es un lugar donde puedes experimentar la comunión cristiana, donde los creyentes se apoyan mutuamente en su camino de fe. A medida que creces en tu comprensión del bautismo y de tu pertenencia a la Iglesia, también adquieres responsabilidades y deberes hacia tus hermanos y hermanas en la fe. Esto incluye el servicio a los demás, la oración por la Iglesia y la promoción de la unidad y el amor entre los creyentes.
Al mismo tiempo, el bautismo también te otorga derechos dentro de la Iglesia. Estos derechos incluyen la capacidad de recibir los sacramentos, como la Eucaristía y la Reconciliación, que son fuentes de gracia espiritual. También tienes el derecho de ser alimentado con la palabra de Dios a través de la enseñanza y la predicación, así como el derecho a recibir el apoyo espiritual de la comunidad de creyentes.