En la inauguración de la segunda sesión del Sínodo de la Sinodalidad, el Papa Francisco instó a los participantes a no usar la asamblea como una plataforma para impulsar agendas personales, sino como una oportunidad para escuchar la voz de Dios y discernir el camino futuro de la Iglesia.
El Papa Francisco inauguró el martes 2 de octubre la segunda sesión del Sínodo de la Sinodalidad con una misa en la Plaza de San Pedro, durante la cual llamó a los participantes a evitar convertir el evento en un foro de debate o imposición de ideas. En cambio, los exhortó a escucharse mutuamente con respeto y apertura, buscando la armonía en la diversidad y permitiendo que el Espíritu Santo guíe el proceso.
¿Qué es el Sínodo de la Sinodalidad?
El Papa Francisco, durante su homilía, definió el Sínodo como un «viaje» en el que Dios ha confiado a la Iglesia la tarea de escuchar las «historias, sueños y esperanzas» de todos los católicos alrededor del mundo. No se trata, enfatizó, de una «asamblea parlamentaria» donde se busca imponer mayorías, sino de un espacio de escucha profunda y discernimiento guiado por el Espíritu Santo.
El objetivo principal, según Francisco, es «comprender qué camino seguir para llegar adonde Él [Dios] quiere llevarnos». Este proceso de escucha, explicó, implica prestar atención a las diferentes voces, ideas, expectativas y propuestas que han surgido a lo largo de los últimos tres años de trabajo sinodal.
El Papa reconoció que el Sínodo representa un desafío importante, ya que requiere que los participantes dejen de lado sus propios intereses y se abran a perspectivas diferentes. Advirtió sobre el riesgo de caer en «diálogos de sordos» donde cada uno busca imponer su punto de vista sin realmente escuchar al otro, y especialmente, sin escuchar la voz de Dios.
Para evitar esto, Francisco instó a los participantes a ofrecer sus contribuciones no como «puntos que defender o agendas que imponer», sino como «dones para compartir». Este espíritu de apertura y generosidad, señaló, implica estar dispuesto a «sacrificar lo que es particular» si con ello se contribuye a la construcción de «algo nuevo según el plan de Dios».
El impacto del sínodo en el futuro de la Iglesia
Si bien el Papa no ofreció soluciones concretas a los temas que se discutirán durante el Sínodo, sí enfatizó que la respuesta no está en manos de los participantes, sino en Dios mismo.
Su llamado fue a la humildad, a reconocer que nadie tiene todas las respuestas y que es a través del diálogo sincero, la escucha atenta y la guía del Espíritu Santo que la Iglesia podrá encontrar el camino hacia un futuro de mayor unidad y fidelidad al Evangelio.
Un llamado a la apertura y la confianza
El Papa concluyó su mensaje recordando que la Iglesia, por su propia naturaleza, debe ser un lugar de «acogida y encuentro».
En este sentido, animó a los participantes a ser «grandes» en mente, corazón y mirada, capaces de abordar con valentía y apertura los desafíos que enfrenta la Iglesia en el mundo actual.
El Sínodo de la Sinodalidad, que se extenderá hasta octubre de 2024, representa un momento crucial en la historia de la Iglesia Católica. Queda por ver cómo las palabras del Papa Francisco resonarán en los próximos días y cómo influirán en el desarrollo de este proceso sin precedentes.