La devoción de Martín Lutero a la Santísima Virgen María

El padre de la reforma protestante Martín Lutero era muy devoto de la Santísima Virgen María. Pese a eso, hoy en día la mayoría de las denominaciones protestantes mantienen una postura distante o incluso crítica hacia la veneración de la Madre de Dios.

Martín Lutero fue un hombre cuya devoción a la Virgen María y cuyas creencias sobre ella sorprenden a muchos, incluso a aquellos que han sido educados en la tradición protestante.

En un contexto en el que las diferencias religiosas a menudo han llevado a la división y la hostilidad, es interesante explorar el enfoque de Martín Lutero hacia la figura de la Virgen María y cómo este difiere de la posición más común en muchas denominaciones protestantes contemporáneas.

La Virginidad Perpetua de María

Una de las creencias marianas que Martín Lutero mantuvo con firmeza fue la virginidad perpetua de María, es decir, la idea de que María permaneció virgen antes, durante y después del nacimiento de Jesús.

En contraste con algunas interpretaciones posteriores que afirmaban que Jesús tenía hermanos y hermanas, Lutero sostenía que Cristo era el único hijo de María y que el término «hermanos» en las Escrituras se refería a primos en lugar de hermanos carnalmente relacionados.

Esta interpretación se basa en su lectura de las Escrituras y su comprensión de la terminología utilizada en la época.

Lutero expresó esta creencia en sus sermones, como en sus «Sermones sobre Juan» (1537-39), donde afirmó: «Cristo era el único Hijo de María, y la Virgen María no tuvo más hijos que él… ‘hermanos’ realmente significa ‘primos’ aquí, para la Sagrada Escritura y los judíos siempre llaman hermanos primos».

La Maternidad Divina

Otro aspecto fundamental de la devoción de Lutero a la Virgen María fue su creencia en su papel como la Madre de Dios, conocido en términos teológicos como «Theotokos». Lutero no dudó en reconocer a María como la Madre de Dios, destacando la importancia de este título en sus escritos.

En su «Auslegung des Magnificat» de 1522, Lutero escribió: «Las grandes cosas que Dios ha realizado en María se reducen a ser la Madre de Dios. Con esto le han sido concedidos muchísimos otros bienes, que nadie podrá nunca comprender. De ahí se deriva todo su honor, toda su bienaventuranza y que ella sea en medio de toda la raza humana una persona del todo singular e incomparable».

La Inmaculada Concepción

Uno de los aspectos más sorprendentes de la devoción de Lutero a la Virgen María es su aceptación de la Inmaculada Concepción de María. Aunque esta creencia no se convirtió en dogma de la Iglesia Católica hasta 1854, Lutero ya la sostenía mucho antes.

En su sermón titulado «En el Día de la Concepción de la Madre de Dios» en 1527, Lutero expresó: «Es una creencia dulce y piadosa que la infusión del alma de María se efectuó sin pecado original; de modo que en la misma infusión de su alma, ella también fue purificada del pecado original y adornada con los dones de Dios, recibiendo un alma pura infundida por Dios; por lo tanto, desde el primer momento en que ella comenzó a vivir, se liberó de todo pecado».

La Veneración a María

La veneración de María fue otro aspecto que Martín Lutero mantuvo en su fe y en sus enseñanzas. Expresó en diversas ocasiones su aprecio por la Virgen María y la importancia de honrarla.

En un sermón en 1522, Lutero afirmó: «La veneración de María está inscrita en lo más profundo del corazón humano.» Además, en la Fiesta de la Visitación en 1537, expresó: «Ninguna mujer es como tú. Eres más que Eva o Sara, bendecida sobre todo por la nobleza, la sabiduría y la santidad.»

Lutero también hizo hincapié en que la verdadera honra a María se encuentra en la alabanza de la gracia de Dios y en reconocer su papel como la Madre de Dios.

En su «Explicación del Magníficat» de 1521, escribió: «María no es nada por sí misma, sino por el bien de Cristo… María no desea que vayamos a ella, sino a través de ella a Dios».

La Maternidad Espiritual de María

Martín Lutero también destacó un aspecto que es común en la teología católica: la idea de María como Madre Espiritual para los cristianos.

En un sermón en 1529, Lutero dijo: «María es la Madre de Jesús y la Madre de todos nosotros, aunque fue Cristo solo quien reposó sobre sus rodillas… Si es nuestro, debemos estar en su situación; allí donde está, también deberíamos estar y todo lo que debe ser nuestro, y su madre también es nuestra madre».