Joel

JOEL

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Joel

De Joel, profeta de Judá e hijo de Fatuel, nada sabemos fuera de los tres capítulos de profecías que llevan su nombre. El tiempo de su actividad ha de ser calculado después de separarse de la casa de David las diez tribus, pero antes del destierro. El hecho de que solamente se mencionen los sacerdotes, y no los reyes, hace conjeturar que Joel haya escrito en tiempos del rey Jais de Judá (836-791) cuando el Sumo Sacerdote Joiadá en nombre del rey niño manejaba las riendas del gobierno (IV Reyes 11). Una minoría de exégetas ubican a Joel en el período después del destierro, fundándose especialmente en 3, 6 donde se mencionan los griegos (cf. Nácar-Colunga). Su anuncio, como dice este mismo autor, es escatológico, cosa que no debe olvidarse al interpretarlo.

En el primer discurso profético describe Joel una plaga terrible de langostas, fenómeno conocido en Judea, como figura del oprobio de Israel por parte de las naciones. Ello da ocasión al profeta, en el segundo discurso (2, 18-3, 21), para exhortar a Israel a la contrición y anunciar el “día del Señor” y el juicio de las naciones o castigo de los enemigos del pueblo santo, y el reino mesiánico, siendo especialmente de notar la aplicación que San Pedro hizo de esta profecía (Hechos 2, 28-31) el día de Pentecostés, a los carismas traídos por el divino Espíritu.

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Joel 1

La plaga de langostas

1 [9357] Palabra de Yahvé que llegó a Joel, hijo de Fatuel:

2 Oídlo, oh ancianos,

y prestad oídos, habitantes todos del país.

¿Ha sucedido cosa semejante en vuestros días,

o en los días de vuestros padres?

3 Contádselo a vuestros hijos,

y vuestros hijos a los hijos suyos,

y los hijos de éstos a la otra generación.

4 [9358] Lo que dejó la (langosta) gazam,

lo devoró la arbeh,

y lo que dejó la arbeh, lo devoró la yélek,

y lo que dejó la yélek, lo devoró la chasil.

5 [9359] Despertad, oh ebrios, y llorad;

y aullad, todos los bebedores de vino,

porque se ha quitado de vuestra boca el mosto.

6 Pues ha subido contra mi tierra

un pueblo fuerte e innumerable;

sus dientes son dientes de león,

y sus mandíbulas, mandíbulas de leona.

7 Ha convertido mi viña en un desierto,

y destrozado mis higueras;

las descortezó completamente,

y las dejó derribadas;

sus ramas se han vuelto blancas.

8 [9360] ¡Laméntate, cual joven esposa,

que se ciñe de saco

por el esposo de su juventud!

9 [9361] Falta la ofrenda y la libación

en la Casa de Yahvé;

los sacerdotes, ministros de Yahvé,

están de duelo.

10 El campo asolado, la tierra en luto,

porque devastados están los trigales,

se secó el vino, falta el aceite.

11 Confundíos, labradores;

ululad, viñadores, por el trigo y la cebada,

porque la cosecha del campo ha sido destruida.

12 [9362] Las viñas agostadas, la higuera marchita;

el granado, la palmera y el manzano,

todos los árboles del campo se han secado;

no hay más alegría entre los hijos de los hombres.

Exhortación a la penitencia

13 [9363] Ceñíos, sacerdotes, y plañid;

lanzad gritos, ministros del altar;

venid, pasad la noche en sacos,

oh ministros de mi Dios,

pues ha desaparecido de la Casa de vuestro Dios

la ofrenda y la libación.

14 Promulgad un ayuno,

convocad una solemne asamblea;

congregad a los ancianos

y a todos los habitantes del país

en la Casa de Yahvé, vuestro Dios;

y clamad a Yahvé:

15 [9364]

“¡Ay del día!”,

Pues cercano está el día de Yahvé,

como ruina vendrá de parte del Todopoderoso.

16 ¿Acaso no ha desaparecido

ante nuestros ojos el alimento,

lo mismo que el gozo y: la alegría

de la Casa de nuestro Dios?

17 Se pudrieron los granos

debajo de sus terrones;

los graneros se hallan exhaustos,

vacías las trojes,

por haberse secado el trigo.

18 ¡Cómo gimen las bestias!

Andan errando los hatos de ganado

porque no tienen pasto,

y también los rebaños de ovejas están pereciendo.

19 A Ti, oh Yahvé, levanto mi clamor,

porque el fuego ha consumido

las dehesas del desierto,

y la llama ha abrasado

todos los árboles del campo.

20 Hasta los animales del campo

braman hacia Ti,

porque están secas las corrientes de agua

y el fuego ha devorado

los pastizales del desierto.

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Joel 2

Descripción del castigo

1 [9365] Tocad la trompeta en Sión,

dad la voz de alarma en mi santo monte.

Tiemblen los moradores todos de la tierra,

porque viene el día de Yahvé; ya está cerca.

2 Día de oscuridad y de densas tinieblas,

día de nubes y de sombras espesas.

Como la aurora sobre las montañas,

así se derrama un pueblo numeroso y fuerte,

tal como nunca ha existido desde el principio,

ni existirá después de él

en el transcurso de las generaciones.

3 Delante de él va fuego devorador,

y en pos de él llama abrasadora.

Delante de él la tierra

es como un jardín de Edén,

y detrás de él un desierto, una desolación.

No hay quien pueda librarse de su poder.

4 Su aspecto es como el aspecto de caballos,

y como jinetes, así corren.

5 [9366] Saltan sobre las cimas de las montañas

con un estruendo semejante al de los carros;

su ruido es como el crepitar de llamas de fuego

que devoran la paja;

y como un pueblo fuerte,

así se ordenan para batalla.

6 A su presencia se estremecen las naciones

y todas las caras se ponen pálidas.

7 Corren como campeones,

como hombres de guerra escalan el muro,

marchan cada cual por su senda,

sin desviarse de su camino.

8 [9367] No se empujan unos a otros,

cada uno sigue su rumbo;

y aun cayendo sobre espadas

no se hacen daño.

9 Asaltan la ciudad,

corren por el muro,

escalan las casas,

entran por las ventanas como el ladrón.

10 [9368] Ante ellos tiembla la tierra,

se conmueve el cielo;

el sol y la luna se oscurecen,

y las estrellas pierden su resplandor.

11 [9369] Yahvé hace resonar su voz

al frente de sus batallones,

pues muy grande es su ejército,

y fuertes son los que ejecutan sus órdenes.

Porque grande es el día de Yahvé

y muy terrible,

¿quién podrá soportarlo?

Dios exhorta al pueblo a convertirse

12 Ahora, pues, dice Yahvé,

convertíos a Mí de todo vuestro corazón;

con ayuno, con llanto y plañido.

13 [9370] Rasgad vuestros corazones,

y no vuestros vestidos,

y volveos a Yahvé, vuestro Dios;

porque Él es benigno y misericordioso,

tardo para airarse y de mucha clemencia,

y le duele el mal.

14 ¿Quién sabe si volviéndose no se arrepentirá,

y dejará tras sí bendición,

ofrenda y libación para Yahvé,

vuestro Dios?

15 [9371] Tocad la trompeta en Sión,

promulgad un ayuno,

convocad una solemne asamblea.

16 [9372] Congregad al pueblo,

convocad a junta;

reunid a los ancianos,

juntad a los párvulos y los niños de pecho;

salga de su cámara el joven esposo,

y de su tálamo la esposa.

17 [9373] Entre el pórtico y el altar

lloren los sacerdotes,

ministros de Yahvé, y digan:

“¡Apiádate, Yahvé, de tu pueblo,

y no abandones al oprobio la herencia tuya,

entregándolos al dominio de los gentiles.

¿Por qué ha de decirse entre las naciones:

¿Dónde está su Dios?”

Perdón y prosperidad

18 [9374] Yahvé ardiendo en celos por su tierra,

se ha compadecido de su pueblo;

19 [9375] y respondiendo dice Yahvé a su pueblo:

Mirad, Yo os enviaré trigo, vino y aceite,

y os saciaréis con ello;

y no os haré ya más objeto de oprobio

entre las naciones.

20 [9376] Alejaré de vosotros

a aquel (que viene) del norte,

y lo empujaré hacia una tierra árida y desierta,

su vanguardia hacia el mar oriental,

y su retaguardia hacia el mar occidental;

y subirá su fetidez y se alzará su hedor,

por haber obrado con soberbia.

21 No temas, tierra, gózate y alégrate,

porque Yahvé ha hecho cosas maravillosas.

22 No temáis, animales del campo;

pues reverdecen los pastos del desierto;

los árboles dan su fruto,

y la higuera y la vid sus riquezas.

23 [9377] Saltad de gozo, hijos de Sión,

y regocijaos en Yahvé, vuestro Dios;

porque Él os dará al Maestro de la justicia;

y hará caer sobre vosotros las lluvias,

la lluvia temprana y la tardía,

como anteriormente.

24 Se llenarán de trigo las eras,

y los lagares rebosarán

de vino y de aceite.

25 Os compensaré los años

que comió la (langosta),

la arbeh, la yélek, la chasil y la gazam,

mi gran ejército que envié contra vosotros.

26 Comeréis hasta saciaros,

y alabaréis el Nombre de Yahvé,

vuestro Dios,

que ha hecho maravillas

en favor de vosotros;

y nunca jamás será confundido mi pueblo.

27 [9378] Sabréis que en medio de Israel estoy Yo,

y que Yo soy Yahvé, vuestro Dios,

y que no hay otro;

y jamás será avergonzado el pueblo mío.

Bendiciones celestiales

28 [9379] Después de esto, derramaré mi Espíritu

sobre toda carne;

profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;

vuestros ancianos tendrán sueños,

y vuestros jóvenes verán visiones.

29 Aun sobre los siervos y las siervas

derramaré mi Espíritu en aquellos días.

Señales en el cielo

30 Haré prodigios en el cielo y en la tierra;

sangre y fuego y columnas de humo.

31 [9380] El sol se convertirá en tinieblas,

y la luna en sangre,

antes que llegue

el grande y terrible día de Yahvé.

32 [9381] Y sucederá que todo aquel

que invocare el Nombre de Yahvé será salvo.

Porque, como dijo Yahvé,

habrá salvación en el monte Sión

y en Jerusalén,

y entre los restos que habrá llamado Yahvé.

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Joel 3

El castigo de los gentiles

1 [9382] Pues he aquí que en aquellos días

y en aquel tiempo,

cuando Yo repatriare a los cautivos

de Judá y de Jerusalén,

2 [9383] Congregaré a todos los gentiles

y los haré bajar al valle de Josafat;

y allí disputaré con ellos

en favor de mi pueblo e Israel, la herencia mía,

que ellos esparcieron entre las naciones,

repartiéndose entre sí mi tierra.

3 Echaron suertes sobre mi pueblo,

y dieron un muchacho por una prostituta;

y vendieron una doncella por vino para beber.

4 [9384] En fin ¿qué sois vosotros para Mí, oh Tiro y Sidón, y todas las regiones de Filistea? ¿Por ventura queréis vengaros de Mí? Si queréis vengaros de Mí, ligera y prontamente haré recaer vuestra maldad sobre vuestra cabeza.

5 Porque tomasteis mi plata y mi oro, y os llevasteis a vuestros templos mis joyas preciosas,

6 [9385] y vendisteis los hijos de Judá y los de Jerusalén a los griegos, llevándolos lejos de su país.

7 He aquí que Yo los suscitaré del lugar donde los vendisteis, y haré recaer vuestra maldad sobre vuestra cabeza.

8 [9386] Venderé vuestros hijos y vuestras hijas en mano de los hijos de Judá, que los venderán a los sabeos, gente lejana; pues (así) ha hablado Yahvé.

Ejecución del juicio

9 [9387] Proclamad esto entre los gentiles;

preparaos para la guerra,

despertad a los valientes.

Vengan y suban todos los hombres de guerra.

10 [9388] Forjad espadas de vuestros azadones,

y lanzas de vuestras hoces;

diga el débil: “Yo soy fuerte.”

11 Apresuraos y venid,

gentes todas de en derredor, y congregaos;

¡y Tú, Yahvé, conduce allí tus campeones!

12 ¡Levántense y asciendan los gentiles

al valle de Josafat!

porque allí me sentaré para juzgar

a todos los gentiles a la redonda.

13 [9389] Echad la hoz,

porque la mies está ya madura,

venid y pisad,

porque lleno está el lagar;

se desbordan las tinas;

pues su iniquidad es grande.

14 [9390] Muchedumbres, muchedumbres hay

en el valle de la Sedición,

porque se acerca el día de Yahvé

en el valle de la Sedición.

15 [9391] El sol y la luna se oscurecen,

y las estrellas pierden su resplandor.

16 [9392] Yahvé ruge desde Sión,

y desde Jerusalén hace oír su voz;

y tiemblan el cielo y la tierra.

Más Yahvé es el refugio de su pueblo,

y la fortaleza de los hijos de Israel.

Gloria de Jerusalén

17 Entonces conoceréis

que Yo soy Yahvé, vuestro Dios,

que habito en Sión, mi santo monte.

Jerusalén será santa,

y ya no pasarán por ella los extraños.

18 [9393] En aquel día los montes destilarán mosto,

y manarán leche los collados;

todos los torrentes de Judá

correrán llenos de agua,

y de la Casa de Yahvé saldrá una fuente

que regará el valle de las Acacias.

19 Egipto será una desolación,

y Edom un desierto abandonado,

a causa de la opresión

(que infligieron) a los hijos de Judá;

pues derramaron sangre inocente en su tierra.

20 [9394] Mas Judá quedará habitada por siempre,

y Jerusalén de generación en generación.

21 Y Yo vengaré la sangre de ellos,

que no había sido vengada.

Y Yahvé morará en Sión.

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Comentarios de Mons. Straubinger

* 1. En este primer discurso profético Joel traza ante nuestros ojos un cuadro terrible de la calamidad causada por una invasión de langostas, que a manera de un innumerable ejército enemigo (cf. v. 6) devastaba todo el país, dejando tras de sí la desolación y la miseria en grado nunca visto. El profeta aprovecha esta prueba para hablar al corazón de su pueblo, explicándole el significado de la calamidad y exhortándolo a convertirse sinceramente y pedir perdón a Yahvé.

* 4. Gazam, arbeh, etc.: distintas clases de langostas que no se pueden clasificar en nuestra lengua. La Vulgata tradujo: oruga, langosta, pulgón, roya (otros: añublo). Innumerables olas de langostas invadieron el país y destruyeron los árboles, las viñas, el trigo y todos los vegetales. No hay duda de que esa devastación causada por las langostas está puesta como presagio y figura de otros males. San Jerónimo y muchos otros Padres ven en ellas una figura de los pueblos paganos que vendrán a devastar a Israel, la viña de Dios. Cf. Ezequiel capítulos 38 s.

* 5. Los ebrios, como tipo de la opulencia, son los primeros invitados a llorar, puesto que el vino se ha agotado a raíz de la plaga de langostas que acabó con los viñedos.

* 8. La joven esposa es el pueblo de Dios; el Esposo de la juventud es Yahvé. La alianza entre Dios y su pueblo era un místico matrimonio (véase Isaías 54, 4 ss.; 62, 4 ss.; Jeremías 2, 2; 3, 1 ss.; Oseas 2, 16 y nota, etc.).

* 9. La devastación es tan grande que los sacerdotes, por falta de víctimas y provisiones, se ven imposibilitados para continuar el culto. Les faltan el trigo, el vino, el aceite para las ofrendas, y particularmente los corderos para el sacrificio perpetuo, de modo que la unión del pueblo de Dios con su divino protector, mantenida por medio de los sacrificios cotidianos, está interrumpida (cf. Oseas 3, 4; Ezequiel 38, 8 y nota; Sofonías 3, 12), calamidad que provoca el llanto de los ministros de Dios, siendo muy de notar que esta vez el profeta no increpa de propósito a Israel y sus pastores por su idolatría y sus pecados, como suelen hacerlo las profecías, sino que destaca, como en Ezequiel 38, 9 ss., lo mucho que el pueblo escogido sufrirá por la invasión extranjera, de la cual lo librará el Señor (cf. 2, 18) definitivamente (2, 19), y no ya sacándolo del cautiverio de Asiria o Babilonia, sino arrojando fuera al invasor (2, 20), y luego colmando al pueblo de bendiciones (2, 21 ss.; Ezequiel 39, 25 ss.).

* 12. No hay más alegría entre los hijos de los hombres: Hoy más que nunca los hombres buscan la alegría, y no la encuentran, porque la confunden con la diversión, con el placer, con la comodidad, con el lujo y creen que la alegría se deja comprar por dinero. Mons. Keppler, el gran Obispo de Rottenburgo, dice en su libro “Más Alegría” (traducido a 33 lenguas): “La cultura moderna es en el fondo cultura de la existencia, cultura de los asuntos de esta tierra, cultura técnica, cultura intelectualista, y por tanto, insuficiente, equivocada, ineficaz y falta de alegría. La verdadera civilización debe ser cultura interior, cultura del corazón, cultura del alma.”

* 13 s. Para conjurar la calamidad y aplacar la ira de Dios, el profeta exhorta a los sacerdotes. Promulgad un ayuno (v. 14), es decir, un ayuno extraordinario, como no se prescribía sino en las circunstancias más graves. Véase Esdras 8, 21; Judit 4, 11 s. El profeta recuerda aquí los deberes de los ministros del Señor en días de calamidad general, y cómo han de proceder cuando una catástrofe amenaza a su grey, intercediendo como Aarón (Núm. 16, 46 ss.), como Elías, Jeremías, Judas Macabeo y Onías, que se consumieron por su pueblo. Dice San Gregorio Magno: “Si Jacob, apacentando las ovejas de Labán, velaba y trabajaba con tanto celo, ¿cuáles no habrán de ser los trabajos, el celo y la vigilancia del que apacienta las ovejas de Dios?” Sobre la penitencia colectiva véase la nota a Lamentaciones 3, 42.

* 15. El día de Yahvé: término muy frecuente en las profecías, que señala el día del juicio de Dios. Cercano está (cf. 3, 14): el hambre, la miseria, la suspensión del culto público en Israel, provocado por el enemigo invasor (cf. 2, 2), son para el profeta presagios de la ira del Dios celoso de la defensa de su pueblo (véase Ezequiel 36, 1-6; 38, 19; Zacarías 1, 14; 8, 2), que arrojará al invasor del norte (2, 20 y nota), y juzgará a todos los enemigos de Israel como lo vemos en 3. 1 ss. Sobre el día del Señor véase 2, 1; Isaías 2, 12 y nota; 13, 9; Jeremías 12, 3; 46, 10; Ezequiel 30, 3; Amós 5, 18; Miqueas 7, 4; Sofonías 1, 15, etc.

* 1 ss. En lo sucesivo Joel pinta de nuevo la invasión de las langostas, con la diferencia de que en el primer capítulo se nos muestran los efectos de la plaga, y aquí las langostas mismas, o sea el enemigo invasor que viene del norte (v. 20 y nota), su enorme masa, su orden y disciplina, el pánico de la gente, etc. (v. 2-9). Las imágenes de este capítulo (2, 10; 2, 31; cf. 3, 15 s.) fueron retomadas por Jesucristo al describir la destrucción de Jerusalén y el fin del siglo (Mateo 24, 29; cf. Hechos 2, 17-21; II Pedro 3, 10). Según esto, y dado el carácter escatológico de Joel, algunos ven aquí, como en Ezequiel 38, 17 ss. a los pueblos que vienen para la gran batalla de Armagedón (cf. Apocalipsis 16, 16; 19, 19). Jardín de Edén, nombre del paraíso. La Vulgata dice: Jardín de delicias. El sentido es el mismo.

* 5. El ruido de una manga de langostas es parecido al de los carros y al crepitar de una pradera en llamas. Véase Apocalipsis 9, 9.

* 8. No se empujan: Las langostas no se aprietan la una contra la otra, sino que marchan en buen orden como los soldados de un ejército. San Jerónimo refiere haberlas visto volar así en Judea, con un orden perfecto.

* 10. “Es el día del Señor. La descripción vuelve a retornar del tipo al antitipo, del espanto causado por las langostas, a los terrores que precederán al gran día de las venganzas de Yahvé. La transición tiene lugar suavemente, naturalmente, porque las imágenes empleadas por el escritor sagrado se ajustan todavía muy bien a la plaga de las langostas aunque van ahora más allá de ella” (Fillion).

* 11. Sus batallones: Algunos dicen que las langostas son llamadas ejércitos del Señor por ser instrumentos dóciles de la venganza divina. No debe, empero, perderse de vista que los invasores son expulsados y humillados (v. 20), es decir, que no se consuma aquí una venganza contra Israel, sino contra las naciones (véase 3, 9). Otros opinan que este versículo habla realmente del ejército del Señor en la gran batalla del Apocalipsis (Apocalipsis 19, 19). Cf. 3, 13 y nota.

* 13. una vez más enseña Dios a su pueblo que el verdadero arrepentimiento, es decir, la sincera contrición, le asegura el perdón de los pecados. “No despreciarás, oh Dios, el corazón contrito y humillado” (Salmo 50, 19). Por lo cual, en tiempos calamitosos, la Iglesia dispone rogativas y nos exhorta a quebrantar el corazón con una auténtica conversión y llevar una vida propia del arrepentimiento. Véase Oseas 11, 8 s.; Lamentaciones 3, 42 y notas.

* 15. Promulgad un ayuno, porque el ayuno purifica el alma, se entiende, aquel ayuno que se practicaba antiguamente y que consistía en no comer ni beber nada durante las horas del día. “El ayuno, dice San León Magno, engendra los pensamientos castos, las voluntades razonables y rectas, y los más saludables consejos. Con esta aflicción voluntaria la carne muere para las concupiscencias, y el espíritu se renueva con las virtudes” (Sermón II acerca del ayuno). Convocad una solemne asamblea: Se refiere a la asamblea religiosa. Véase II Paralipómenos 20, 13; 30, 17-20; Judit 3. 10.

* 16. Salga de su cámara, etc.: La admonición es tanto más grave cuanto que la Ley, por no turbar la dicha de los jóvenes esposos, los dispensaba aún de ir a la guerra (Deuteronomio 24, 5). San Pablo enseña a ser fiel al tálamo (I Corintios 7, 5) mas sin poner en ello el corazón (I Corintios 7, 29-31), pues la vida es efímera. Cf. Lucas 17, 30 ss. y notas.

* 17. Quiere decir: Los sacerdotes eleven con lágrimas sus plegarias en lo íntimo del Templo, entre la puerta del Santuario propiamente dicho, y el altar de los holocaustos. Cf. 1, 13 s.; Daniel 9, 3 ss., nota. La oración es la llave del cielo. “La oración sube y la misericordia de Dios baja” (San Agustín). La Iglesia nos recuerda este texto en la Liturgia del miércoles de ceniza para que no creamos, como el fariseo del Evangelio (Lucas 18, 11), que sólo el publicano Israel tiene que arrepentirse, ya que “si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13, 1-5); que si Dios no perdonó a la oliva castiza, menos perdonará al acebuche (Romanos 11, 21) que hasta ayer era ajeno a la familia de Dios (Efesios 2, 12); y que mayor suplicio que Israel merecen los que violan la Ley del Nuevo Testamento (Hebreos 10, 29). Véase en efecto, cómo toda la enseñanza de esta profecía nos muestra la misericordia de Dios para con Israel arrepentido, y su terrible venganza contra los gentiles. La herencia tuya: tu pueblo.

* 18. Véase Ezequiel 39, 25 ss. Admiremos una vez más cómo Dios derrocha sus declaraciones de amor. Entre los hombres el que ama suele fingir indiferencia, sabiendo que lo que se prodiga mucho no es apreciado. Dios no usa ese artificio. Siendo El la verdad, no puede fingir. Y tampoco puede dejar de amar, puesto que Él es la caridad. Él no provoca, como los hombres, la duda sobre su amor, sino que, al contrario, hace consistir nuestra virtud en la fe, es decir, precisamente en creer que Él nos ama (I Juan 4, 16). A los que así le creen, les da su Espíritu Santo, o sea les infunde el espíritu de hijos, con la capacidad de amarlo como lo ama Jesús, el Hijo perfecto (Juan 1, 12; Gálatas 4, 6; Romanos 8, 29, etc.). Vemos que, si no nos creemos amados del Padre, en vano pretenderíamos amarlo. De ahí que le tengamos poco amor, porque nos cuesta creernos amados de Él. Y es por una falsa modestia, que viene de no tener presente la gran revelación de que Él nos ama primero (I Juan 4, 10). Por eso, para que le creamos, nos prodiga Él tanto sus declaraciones de amor, como lo vemos especialmente en el Cantar de los Cantares (cf. 4. 1 y nota) y sobre todo en las palabras de Jesús. Véase Juan 15, 9; 17, 23 y 26, etc. Se ha compadecido: El profeta, que ha predicado la contrición en la suprema angustia de Israel (v. 12-17), no nos dice aquí nada de su conversión anunciada en Deuteronomio 30, 8 (cf. Oseas 3, 5 y nota). Es sin duda para destacar que todo será obra de la divina misericordia (véase Isaías 60, 20; Jeremías 30, 13 y nota; cf. Romanos 11, 5 s. etc.). De aquí las dos tendencias divergentes que aún hay entre los judíos: los sionistas, que quieren preparar el día del Señor, y aquellos otros que no quieren pensar en apresurarlo, porque dicen “que el Mesías lo hará todo a su tiempo”.

* 19. No os haré yo más objeto de oprobio: Véase v. 26 y 27; Ezequiel 39, 22-29 y notas.

* 20. Aquel que viene del norte: Los enemigos que vienen del norte (cf. Ezequiel 38, 15; 39, 1 s.) serán arrojados fuera y perecerán (cf. Ezequiel 39, 3-16). Algunos lo identifican con el rey del norte, que aparece en Daniel 11, 45, y con el asirio de Miqueas 5, 6, nombre que suele representar a las naciones enemiga de Israel (véase Isaías 5, 25 y nota; 8, 7 s.; 10, 5-34; 14, 24 s.; 30, 31 ss.. etc.). Es uno de los tantos misterios de la escatología que no han sido suficientemente aclarados. El mar oriental: el Mar Muerto. El mar occidental: el Mediterráneo. Su fetidez: Cf. Ezequiel 39, 11 ss.

* 23. El Maestro de la justicia: Muchos vierten simplemente: “Él os ha dado justamente (es decir, a su tiempo) la lluvia”, etc. Los Setenta traducen: Él os ha dado manjares di justicia. Es evidente que el Maestro de la justicia, no podría ser aquí sino el Mesías, pues aunque los judíos siguen llamando a Moisés “nuestro maestro”, aquí no se trata de la Ley, sino de los tiempos mesiánicos, en los cuales todos serian enseñados de Dios (Isaías 54, 13; Juan 6, 45; Isaías 63, 1; Jeremías 31, 31 ss.; Hebreos 8, 8 ss., etc.).

* 27. Sabréis, etc. Nótese el contraste con las palabras del Precursor, que echaba en cara a Israel su desconocimiento (Juan 1, 26). Y jamás, etc.: véase 3, 20 y nota.

* 28. (En la Nova Vugata, aquí comienza el capítulo 3.)

Después de esto: Crampón coloca estos versículos 28-32 en 3, 1-5, y observa: “A la restauración en el orden temporal sucederá, por el poder del Espíritu de Dios, una admirable floración espiritual, que se extenderá a todas las clases del nuevo pueblo de Dios. A todos hablará Dios por sueños y visiones, es decir, por las dos formas principales de las revelaciones proféticas, que antes no eran concedidas sino a un pequeño número de hombres.” Fillion hace notar que se encuentra la misma promesa en Isaías 44, 3 y-Ezequiel 36, 25-28. Véase la aplicación que hizo San Pedro de esta bellísima profecía (Hechos 2, 17). “Téngase presente que en los Evangelios, y en todo el Nuevo Testamento, se habla muchas veces de la primera venida de Jesucristo, y luego se pasa a hablar de la segunda, proponiéndosenos tan pronto a Jesucristo como Redentor amoroso para alentar nuestra esperanza o como Juez de vivos y muertos para movernos a la penitencia” (Paramo). Nótese que en esta profecía está predicha también la existencia de profetas en el Nuevo Testamento. Su cumplimiento en la Iglesia atestiguan San Pablo en I Corintios capítulo 14, y San Pedro en Hechos 2, 17.

29. Aun sobre los siervos y las siervas: “El Espíritu Santo no mira a las personas ni busca las dignidades, sino la piedad del alma. Por lo tanto, no se enorgullezcan los ricos ni se entristezcan los pobres, sino que cada cual se prepare para recibir la gracia celestial” (San Cirilo de Jerusalén, Catequesis XVII).

* 31. Véase v. 10; 3, 15 y las señales que Jesucristo anuncia en su discurso escatológico (Mateo 24, 29).

* 32. Todo aquel que invocare… será salvo: San Pablo cita este pasaje con relación a la Iglesia, para mostrar que en ella no se distingue entre judío y gentil y que la salvación no es ya por las obras de la Ley sino por Jesucristo (Romanos 10, 11-13; cf. Isaías 28, 16; Hechos 2, 21; Proverbios 18, 10 y nota). Análoga aplicación hacen los apóstoles de la profecía de Oseas (cf. Oseas 2, 24 y nota). E) monte Sión: el lugar donde Yahvé tiene su habitación y su santuario. Como dijo Yahvé: cf. Abdías 17; Isaías 2, 3; capítulo 4; 37, 32; Ezequiel 40, 2 y nota. Que habrá llamado Yahvé: “los judíos dispersos en medio de los paganos, y también éstos, que Yahvé quiere asociar a su reino y que responden a este llamado” (Crampón). Tal es la interpretación de San Jerónimo, quien refiere este pasaje a los judíos que Dios un día llamará para formar parte de su reino (Romanos 11, 25 s.), terminando así su larga reprobación y cumpliéndose lo anunciado por Jesús en Lucas 21, 24, según lo muestra el profeta en el capítulo 3.

* 1. (En la Nova Vulgata, aquí comienza el capítulo 4).

En este capítulo vemos unida la salud de Israel al juicio de las naciones. “Es Dios, que, como juez justo, da a cada uno según sus obras, o mejor, da a las naciones la justicia, y la misericordia a su pueblo. Ni más ni menos es lo que aquí nos da el profeta, el cual contempla a su pueblo disperso entre las naciones y a los que moran en Judá vejados por los pueblos vecinos” (Nácar-Colunga). En aquellos días: en el período mesiánico. Véase Ezequiel 38, 17 ss. Cuando Yo repatriare a los cautivos: Crampón anota: “Otros vierten: Yo cumpliré la restauración, Esta expresión parece tener el sentido general de una entera restauración.” Cf. Jeremías 30, 3 y nota. “Cuando Yo haya traído de nuevo a Palestina a los habitantes de Judá y de Jerusalén que habían sido deportados a tierra extranjera. Designa el restablecimiento del reino teocrático, y por consiguiente, una época lejana” (Fillion).

* 2. Sólo Joel menciona un valle de Josafat que, según opinión judía, sería el valle del Cedrón, situado entre Jerusalén y el Monte de los Olivos, y así lo estima San Jerónimo. Hoy día se encuentra allí el cementerio judío de Jerusalén, y gran parte del valle está sembrado de sepulcros. Siendo el significado del nombre “Dios juzga”, se trata más bien de un nombre simbólico. Es de notar que Joel aquí no habla del juicio universal (cf. Apocalipsis 20, 11 ss.), sino del castigo que Dios pronunciará contra los enemigos de Israel, su heredad. En favor de mi pueblo: He aquí el motivo por el cual Dios tratará con tanta severidad a las naciones gentiles: porque ellas no se han cansado de perseguir y atormentar a su pueblo elegido. Véase Sofonías 3, 8; II Macabeos 6, 14 ss.; Hababuc 3, 5; Zacarías 14, 3 ss. Cf. Romanos 11, 28; Deuteronomio 32, 34-46; Judit 16, 20; Isaías 4l, 11; 49, 25; Jeremías 2, 3; Ezequiel 28, 26; 38, 17, etc. Algunos vinculan este juicio con el juicio de las naciones que anuncia Jesús en Mateo 25, 32.

* 4. Tiro, Sidón, Filistea: representantes de las naciones gentiles que oprimieron a Israel en el transcurso de la historia. Cf. Ezequiel 25, 1 ss. y nota.

* 6. Este crimen corre por cuenta de los fenicios, que eran los intermediarios entre el oriente y Grecia. Véase Éxodo 27, 13.

* 8. Los sabeos: pueblo de Arabia, conocido como intermediario comercial entre la India y la costa del Mediterráneo.

* 9. El Señor desafía a los guerreros enemigos a que se apresten para el combate. No les aprovechará nada, porque no prevalecerán contra el Señor. Él mismo ejecutará la sentencia. Véase 2, 11 y nota; Sofonías 3, 13, etc.

* 10. Cf. Isaías 2, 4, donde se predice lo contrario para la era mesiánica. Véase Miqueas 4, 3.

* 13. El Señor manda a sus siervos, los ángeles, que preparen la mies (el juicio) pues la malicia ha llegado al colmo. Véase Jeremías 51, 33; Oseas 6, 11 y nota. Jesús dice expresamente que la siega es la consumación del siglo (Mateo 13, 39). Así se presenta también en Apocalipsis 14, 14 ss.

* 14. Valle de la Sedición: Vulgata: Valle de la matanza: Se refiere al valle de Josafat (v. 2 y 12).

* 15. Cf. 2, 31 y nota.

* 16. Cf. Oseas 5, 14; Amós 1, 2; 3, 4 y 8. Este rugido del león de la tribu de Judá, que es Jesús, el Cordero inmaculado, único capaz de abrir el libro sellado (Apocalipsis capítulo 5), ¿acaso no resonará hasta el fondo de nuestra alma para hacernos comprender la grandeza de aquel día?

* 18. “Estos últimos versículos del libro de Joel expresan, en un lenguaje muy hermoso, la felicidad que, después de todos los sufrimientos, gozará, regenerado, el pueblo de Dios. Es evidente, según el mismo texto, que este magnífico cuadro va más allá de la Jerusalén terrenal y que ha de buscarse su realización completa en la Iglesia de Cristo, más bien en la Jerusalén celestial” (Fillion). Sobre la fuente milagrosa que saldrá del Templo, véase Ezequiel 47, 1-12 y notas; cf. Isaías 43, 19; Zacarías 14, 8; Apocalipsis 22, 1-2. El valle de las acacias: Vulgata: el valle de las espinas.

* 20. Cf. 2, 27; Isaías 65, 17; 66, 22; Ezequiel 37, 26 ss.; Ageo 2, 7; II Pedro 3, 13; Apocalipsis 21, 1 ss. y notas.