Tito

TITO

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CARTA A TITO

Tito 1

Salutación apostólica [12321] .

1 Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, para la fe de los escogidos de Dios, y el conocimiento de la verdad que es conforme a la piedad

2 en la esperanza de la vida eterna, que Dios, el que no miente [12322] , prometió antes de los tiempos eternos,

3 que a su debido tiempo ha dado a conocer su palabra por la predicación a mí confiada por el mandato de Dios nuestro Salvador [12323] :

4 a Tito, hijo verdadero según la fe que nos es común: gracia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús nuestro Salvador.

Cómo deben ser los presbíteros y obispos.

5 Por esta causa te he dejado en Creta, para que arregles las cosas que faltan y para que constituyas presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené [12324] ,

6 si hay quien sea irreprochable, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes, no tachados de libertinaje ni de rebeldía [12325] .

7 Porque el obispo ha de ser irreprochable, como que es dispensador de Dios; no arrogante, no colérico, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de vil ganancia [12326] ;

8 sino hospitalario, amador del bien, prudente, justo, santo, continente.

9 Debe atenerse a la palabra fiel, la cual es conforme a la enseñanza, a fin de que pueda instruir en la sana doctrina y refutar a los que contradicen [12327] .

Contra los charlatanes.

10 Porque hay muchos rebeldes, vanos habladores y embaucadores, sobre todo entre los de la circuncisión,

11 a quienes es menester tapar la boca; hombres que trastornan casas enteras, enseñando por torpe ganancia lo que no deben [12328] .

12 Uno de ellos, su propio profeta, dijo: “Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, vientres perezosos” [12329] .

13 Este testimonio es verdadero. Por tanto repréndelos severamente, a fin de que sean sanos en la fe,

14 y no den oídos a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres apartados de la verdad [12330] .

15 Para los limpios todo es limpio; mas para los contaminados e incrédulos nada hay limpio, pues su mente y conciencia están manchadas [12331] .

16 Profesan conocer a Dios, mas con sus obras le niegan, siendo abominables y rebeldes y réprobos para toda obra buena [12332] .

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Tito 2

Enseñanzas para cada edad de la vida.

1 Tú, empero, enseña lo que es conforme a la sana doctrina:

2 que los ancianos sean sobrios, graves, prudentes, sanos en la fe, en la caridad, en la paciencia [12333] ;

3 que las ancianas asimismo sean de porte venerable, no calumniadoras, no esclavas de mucho vino, maestras en el bien [12334] ,

4 para que enseñen a las jóvenes a ser amantes de sus maridos y de sus hijos, prudentes,

5 castas, hacendosas, bondadosas, sumisas a sus maridos, para que no sea blasfemada la Palabra de Dios.

6 Exhorta igualmente a los jóvenes para que sean prudentes.

7 En todo muéstrate como ejemplo de buenas obras. En la enseñanza (muestra) incorrupción de doctrina, dignidad,

8 palabra sana, intachable, para que el adversario se avergüence, no teniendo nada malo que decir de nosotros [12335] .

9 (Exhorta) a los siervos a que obedezcan en todo a sus amos, agradándoles y no contradiciéndoles [12336] ,

10 que no los defrauden, antes bien muestren toda buena fe, a fin de que acrediten en todo la doctrina de Dios nuestro Salvador.

La dichosa esperanza.

11 Porque se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres [12337] ,

12 la cual nos ha instruido para que renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos vivamos sobria, justa y piadosamente en este siglo actual,

13 aguardando la dichosa esperanza y la aparición de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo [12338] ;

14 el cual se entregó por nosotros a fin de redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo peculiar suyo, fervoroso en buenas obras [12339] .

15 Esto es lo que has de enseñar. Exhorta y reprende con toda autoridad. Que nadie te menosprecie.

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Tito 3

Sumisión a las autoridades.

1 Amonéstales para que se sometan a los gobiernos y a las autoridades, que las obedezcan y estén listos para toda obra buena [12340] ;

2 que no digan mal de nadie, que no sean pendencieros sino apacibles, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.

3 Pues también nosotros éramos en un tiempo necios, desobedientes, descarriados, esclavos de toda suerte de concupiscencias y placeres, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y aborreciéndonos unos a otros.

4 Mas cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres [12341] ,

5 Él nos salvó, no a causa de obras de justicia que hubiésemos hecho nosotros, sino según su misericordia, por medio del lavacro de la regeneración, y la renovación del Espíritu Santo,

6 que Él derramó sobre nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador;

7 para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos, conforme a la esperanza, herederos de la vida eterna.

8 Palabra fiel es ésta, y quiero que en cuanto a estas cosas te pongas firme, a fin de que los que han creído a Dios cuiden de ser los primeros. Esto es bueno y provechoso para los hombres.

Cómo tratar a los sectarios.

9 Evita cuestiones necias, y genealogías, y contiendas, y disputas sobre la Ley, porque son inútiles y vanas [12342] .

10 Al hombre sectario, después de una y otra amonestación, rehúyelo [12343] ,

11 sabiendo que el tal se ha pervertido y peca, condenándose por su propia sentencia.

Recomendaciones y saludos.

12 Cuando envíe a ti a Artemas o a Tíquico, date prisa en venir a Nicópolis [12344] porque he pensado pasar allí el invierno.

13 Despacha con toda solicitud a Zenas, el perito en la Ley, y a Apolos, de modo que nada les falte.

14 Y aprendan también los nuestros a ser los primeros en buenas obras, atendiendo los casos de necesidad, para no ser estériles.

15 Te saludan todos los que están conmigo. Saluda a los que nos aman en la fe. La gracia sea con todos vosotros.

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Comentarios de Mons. Straubinger

1. La presente carta, contemporánea de la primera a Timoteo, fue dirigida, hacia el año 65, a Tito compañero apostólico de Pablo en varios viajes y más tarde obispo de la Isla de Creta. Tito, nacido de padres paganos, era “hijo querido según la fe”, lo que quiere decir que el Apóstol mismo lo había ganado para Cristo. La situación religiosa en la isla era muy triste: los cretenses se entregaban a muchos vicios, eran mentirosos, perezosos, inmorales; sin hablar de los herejes que allí se habían infiltrado. Por lo cual Pablo escribe aquí otra de sus Epístolas llamadas pastorales, para consolar a su hijo en la fe, dándole a la vez instrucciones para el ejercicio del ministerio episcopal. Conforme a la piedad: Vemos una vez más cómo el Apóstol relaciona íntimamente, desde el principio, la piedad con el exacto conocimiento de la verdad, porque una cosa depende de la otra. Véase Ef. 5, 9 y nota; 1 Tm. 6, 3; 2 Tm. 3, 16 y notas.

2. El que no miente: Véase 2 Tm. 1, 12; 3, 14; Sal. 118, 49 y notas. Es éste uno de los títulos que más honran a Dios, porque Él es ante todo la Verdad, la Luz (1 Tm. 6, 16; 1 Jn. 1, 5). Así también se llamó su Hijo Jesucristo: la verdad y la luz (Jn. 1, 4, 14 y 17; 3, 19, 8, 12; 12, 35; 14, 6; Ap. 21, 23, etc.), es decir, lo contrario de Satanás que es el padre de la mentira (Jn. 8, 44) y potestad de la tiniebla (Lc. 22, 53; Ef. 5, 11; 6, 12; Col. 1, 13).

3. San Pablo se declara especial predicador de la esperanza cristiana (2, 13), escondida desde los tiempos eternos (v. 2) y revelada por él (Ef. 1, 10; 3, 8 ss. y nota), que nos da a conocer sobre ella cosas antes ignoradas (1 Ts. 4, 13-17; 1 Co. 15, 51 ss.; 2 Ts. 2, 8, etc.). Entre los judíos se declaró también muchas veces predicador de la esperanza de Israel (Hch. 28, 20 y nota). Cf. Col 1, 25 s.; Hb. 10, 23 y notas.

5. Véase 1 Tm. 3, 1 ss.

6. Este precepto no prohíbe del todo las segundas nupcias, sino solamente para los ministros de la Iglesia. Hoy día todos los sacerdotes del rito latino viven célibes; los del rito oriental tienen la facultad de seguir la costumbre antigua tal cual aquí se describe. Véase 1 Tm. 3, 2.

7. El obispo: “Para indicar el matiz que existe entre este nombre y el de Presbítero, puede decirse que el primero es de origen cristiano y el segundo de origen hebraico (presbítero significa anciano, y los ancianos eran los jefes de las comunidades judías); que el primero expresa la naturaleza de los deberes asignados a los ministros sagrados, deberes que se resumen en la supervigilancia pastoral, en tanto que el segundo denota más bien la situación general y el carácter” (Fillion). Cf. Hch. 20, 28 y nota.

9 s. Fillion traduce: Fuertemente apegado a la palabra auténtica, es decir, tanto más íntimo conocedor y amante de las Sagradas Escrituras cuanto más necesita sobreponerse a los embaucadores (v. 11). Esta severidad de lenguaje contra los que deforman la doctrina es usada también por S. Judas (12 s.), y por S. Pedro (2 Pe. 2, 17). Véase 3, 9 y nota.

11. Por torpe ganancia: “No hay cosa más detestable que un avaro; no hay cosa más inicua que el que codicia el dinero, porque vende hasta su alma” (Si. 10, 9 s.).

12. Es un verso del poeta Epiménides, natural de Creta, que vivió en el siglo VI a. C.

14. Se refiere a ciertos judíos que anteponían la Ley mosaica y sus prescripciones ceremoniales a la doctrina de Jesucristo.

15. Para los limpios todo es limpio: frase que algunos suelen citar aplicándola a la castidad o pudor, como si los que la citan pudiesen pretenderse naturalmente puros en tal materia. El Apóstol habla de la pureza de la intención y quiere decir: Las cosas que Dios ha creado son limpias para los que no las usan con depravada intención. Cf. Rm. 14, 20; 1 Tm. 4, 4 ss. y nota.

16. S. Pablo no se cansa de insistir sobre esta duplicidad farisaica que también señaló a Timoteo (2 Tm. 3, 5).

2. Los ancianos: No habla aquí de los presbíteros (1, 7 y nota), sino de los fieles de edad madura.

3-5. Nótese bien que el Apóstol no considera a las ancianas como personas que no tienen valor, sino muy al contrario, como misioneras del hogar, educadoras de las hijas casadas y modelos de virtud. Consuélense, pues, las ancianas que a veces creen estar de sobra. Su campo de acción es estrecho según las apariencias, pero es muy grato a Dios porque responde a su clara Voluntad. “Es necesario no juzgar las cosas según nuestro gusto, sino según el de Dios. Esta es la gran palabra: si somos santos según nuestra voluntad, nunca lo seremos; es preciso que lo seamos según la voluntad de Dios (S. Francisco de Sales).

8. Para que el adversario se avergüence, esto es, que al verte irreprensible, encuentre motivo de humillarse interiormente para su propia y saludable edificación. No se trata, pues, en manera alguna, de que busquemos hundir al adversario en la derrota humillante, faltando a la caridad para con él y moviéndolo al odio más que a la contrición, sino como decía Ozanam, de hacerle amable esa religión cuya verdad queremos demostrar, pues que el apostolado no es una cuestión de dialéctica a lo humano (1 Co. 2, 5; Col. 2, 8), sino de espíritu, es decir, de rectitud interior (3, 10 s. y nota; Jn. 3, 19; 7, 17 y nota) para recibir la semilla que es la Palabra de Dios. Véase Mt. 13, 19 y nota.

9. Cf. Ef. 6, 5-9; Col. 3, 22-25; 1 Tm. 6, 1 s., etc.

11 ss. En este pasaje usado como Epístola de Navidad. S. Pablo vincula según se ve la primera venida de Jesús como Maestro (v. 11 y 12) con su Parusía o segunda venida como premio (v. 13). “He aquí que vengo presto, y conmigo mi recompensa” (Ap. 22, 12).

13. La dichosa esperanza: Así se llama el segundo advenimiento de Cristo en gloria y majestad (2 Ts. 2, 8; 1 Tm. 6, 14; 2 Tm. 1, 10; 4, 1; 4, 8). Dios y Salvador: No se refiere esta vez al Padre, sino, según el contexto, sólo a Jesucristo. Así lo han interpretado los Padres griegos y latinos.

14. “El hombre, dice S. Tomás necesitaba dos cosas en su triste estado de perdición: Necesitaba la participación a la Divinidad, y ser despojado del hombre viejo. Jesucristo nos ha dado una y otra cosa: la primera al hacernos partícipes de la naturaleza divina con su gracia, y la segunda cuando nos regenera por medio del Bautismo. Cf. Mc. 16, 16. Un pueblo peculiar suyo: Cf. Hch. 15, 17 y nota.

1. En virtud de esta palabra, la religión cristiana es el mejor apoyo del orden social, prohibiendo las sediciones o inculcando el respeto a las autoridades, no por miedo sino por conciencia. Cf. 2, 9; Rm. 13, 1; Ef. 2, 10; 6, 5; Col. 3, 22; 1 Pe. 2, 18.

4 ss. Es éste uno de los pasajes en que S. Pablo sintetiza magistralmente la obra de las Tres Divinas Personas respecto a nosotros. El Padre, movido por su infinito amor, nos salva (Ef. 2, 4 y nota), siendo Jesucristo el Mediador entre Dios y los hombres, y el Espíritu Santo el Agente inmediato de nuestra santificación. Véase 2 Co. 13, 13 y nota.

9. Cf. 1 Tm. 1, 4 y nota. Sobre las genealogías de las cuales solían abusar los judíos (1, 14) escribe un autor moderno: “El nieto de un criminal no pensaría en gloriarse de su familia, aunque su padre haya sido honrado. Y bien, todos somos nietos de Eva y de Adán, los grandes rebeldes que, teniendo por mentiroso al Dios que los hizo, se sublevaron contra Él de acuerdo con la serpiente. Y así pactaron libremente con Satanás, entregándose al dominio de éste junto con todos nosotros sus nietos, y nosotros seguimos siendo suyos cada vez que el corazón nos aparta un instante de Jesús, pues en cuanto el sarmiento se separa del tronco deja de recibir la savia, y no estando con Él, estamos contra Él con Satanás. Tales fueron, pues, los verdaderos fundadores de la familia humana. ¡Tal fue el tronco de su árbol genealógico! En cuanto a los hijos de Adán y Eva, nacieron después que ambos fueron expulsados, y el mayorazgo fue Caín, que asesinó a su hermano. En este breve cuadro que podríamos multiplicar sin límites, vemos cómo el mundo no puede amar la Biblia, que contiene la Palabra de Dios, sino que la odia –como odió a Cristo (Jn. 7, 7; 15, 18)– porque ella le recuerda sus vergüenzas para traerlo a la saludable humildad, en tanto que él se empeña en construir la Babel de la gloria humana para robarle a Dios esa gloria, lo mismo que intentó su abuelo Adán. Pero esta vez no habrá otro Mesías, sino el mismo que “volverá después de recibido el reino” (Lc. 19, 12 y 15), a vengar los fueros de su Padre. Y el mundo terminará en la batalla de Armagedón”. S. Jerónimo aprovecha la crítica de estas vanidades para insistir sobre el valor de la lectura bíblica: “Libremos nuestro cuerpo del pecado y se abrirá nuestra alma a la sabiduría; cultivemos nuestra inteligencia mediante la lectura de los Libros Santos: que nuestra alma encuentre allí su alimento de cada día”. Véase 1, 10 y nota.

10 s. Sapientísima norma para el apostolado. Son los sordos que no quieren oír, tantas veces calificados por Jesús. Véase 2, 8 y nota.

12. Nicópolis: ciudad de la Grecia septentrional (Epiro); según S. Crisóstomo. sería una ciudad de Tracia. De Nicópolis escribió el Apóstol probable. mente esta carta a Tito, en cuyo caso el uso del “allí” en sentido de “aquí” se explicaría quizás por el estilo epistolar de la época, según el cual el que escribía se colocaba en la situación del destinatario.